8 hábitos que ayudan a disminuir la ansiedad
Sepa identificar la ansiedad y adopte hábitos saludables para prevenirla.
Leila Marco
20/06/2016 | Lunes | 17:33 horas | Actualizado el 13/10 a las 13:27 horas
¿Cómo está su salud emocional y mental? Una señal de alerta ha sido dada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) que afirma que trastornos mentales y conductuales son cada vez más comunes y afectan a más del 25% de la población. La psicóloga Sâmia Aguiar Brandão Simurro, Vicepresidente de la Asociación Brasileña de Calidad de Vida (ABQV, sigla en portugués), explica que, en una medida natural, la ansiedad no es una patología, ella empieza a ser perjudicial cuando es excesiva y compromete la vida diaria de la persona.
“La OMS define el trastorno de ansiedad como un estado elevado de ansiedad en el que la persona experimenta síntomas físicos y psíquicos como palpitaciones, sudor, tensión y pensamientos negativos ante una situación desafiante. Cuando no se logra controlar esos síntomas o minimizarlos, o empiezan a perjudicar nuestra salud, es el momento de buscar a un especialista. (...) A veces nosotros no percibimos cuando llegamos al límite; alguien necesita dar un toque de atención para que se pueda entender esto”.
Los síntomas de las crisis de ansiedad le ocasionan mucho sufrimiento al paciente. “Si no hubiera ninguna patología física, el mejor especialista que se debe buscar es el psicólogo, o, eventualmente, dependiendo de la intensidad, un psiquiatra, para aprender a lidiar con sus dificultades diarias”, resalta la Dra. Sâmia Simurro. En los casos más sencillos, se aconseja, en general, sesiones de terapias cognitivo-conductuales (TCC), método que busca modificar modelos de pensamientos y conductas asociados. En pacientes más graves, hay una combinación de medicamentos y TCC.
EL MIEDO QUE PARALIZA
Un temor inexplicable del futuro, dependiendo del grado, perjudica el sueño de la persona, dejándola más predispuesta a sufrir de enfermedades cardiovasculares y le impide hacer cosas comunes a la mayoría de las personas. Clara dos Santos*, 54 años, sabe bien lo que es esto. Los primeros síntomas empezaron a manifestarse en la infancia. Ella comenta que siempre fue un poco inquieta, ansiosa, y se preocupaba por todo. “Me acuerdo que una vez mi hermana me hizo un vestido, yo era niña, y me pidió que me lo probara. Me lo puse y me quedó muy ajustado, no conseguía quitármelo, mi hermana tuvo que rasgar el vestido, porque me puse muy nerviosa, parecía que la ropa me iba a sofocar”.
Con el tiempo y una sucesión de acontecimientos, como la pérdida de mis padres (muy próximo uno del otro) y la amenaza de desempleo, los síntomas fueron aumentando. Gracias al apoyo de familiares y amigos, en aquel momento Clara percibió que necesitaba ayuda especializada. Ella había desarrollado el síndrome del pánico. “Tenía miedo en ambientes cerrados, en el elevador, en el avión, en medio de una multitud. Sentía una gran molestia, una opresión en el pecho, me faltaba el aire. Tenía la sensación de que iba a morir”, cuenta.
Actualmente, ella convive mejor con esos sentimientos. Hizo tres años de terapia, tomó medicamentos, aprendió a controlar la respiración con ejercicios de yoga y adoptó pensamientos más positivos. “Ya logro entrar en un ascensor, viajé en avión. Cuando estoy en esos lugares y me viene esa sensación de miedo, procuro respirar profundo, quedarme tranquila, sosegada y pensar que no voy a quedarme allí presa, que puedo salir de allí. La Espiritualidad, conocer mi yo interior y, por sobre todo, el amparo de Dios fueron también muy importantes para mí. Leí buenos libros, por ejemplo Reflexiones del Alma, del escritor Paiva Netto, que me confortó mucho, me dio bienestar, una sensación de salud, de curación verdadera”, manifestó.
EL MAL DEL SIGLO
El psiquiatra y psicoterapeuta brasileño Augusto Cury en la obra Ansiedad: Cómo vencer el mal del siglo presenta el Síndrome del Pensamiento Acelerado (SPA). Se trata, según él, de uno de los problemas más comunes de la actualidad, que alcanza, en niveles diferentes a personas en todas las edades. “Sin percibir, la sociedad moderna —consumista, rápida y estresante— alteró algo que debería ser inviolable: el ritmo de construcción de pensamientos. Esto genera consecuencias gravísimas para la salud emocional, el placer de vivir, el desarrollo de la inteligencia, la creatividad y la sostenibilidad de las relaciones sociales. Lo padecemos colectivamente”, explica el escritor.
Cury expone que también los niños y los adolescentes sienten los efectos de ese síndrome, conforme pudo percibir en sus conferencias en escuelas, donde los alumnos, al indagarse sobre los síntomas del SPA, afirmaban, en su mayoría, sentir dolores de cabeza y musculares. “Fue sorprendente. Casi todos también confirmaron positivamente cuando pregunté si se despertaban cansados, si se sentían irritados e intolerantes ante contrariedades, si sufrían por anticipación, si tenían déficit de concentración y de memoria”.
El especialista afirma que una de las formas de proteger la emoción de los más jóvenes y filtrar los estímulos estresantes es “desarrollar el placer mediante actividades lúdicas, participar en procesos creativos que impliquen una mejor elaboración, como deporte, música, pintura y relaciones con la Naturaleza”.
8 hábitos que ayudan a disminuir la ansiedad
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* Nombre ficticio, para preservar la identidad del paciente.