Romper el silencio: Paso importante para combatir la violencia contra la mujer
Texto extraído de la revista BUENA VOLUNTAD Mujer 2013.
Sandra Albuquerque Fernández
22/01/2016 | Viernes | 10:10 horas | Actualizado el 22/09 a las 16:57 horas
En cualquier período de la historia siempre hubo formas de exponer a la mujer a algún tipo de violencia. El cine consagró el estereotipo del hombre prehistórico que cuando quería aparear, llevaba de los cabellos a la hembra hacia la caverna y le golpeaba la cabeza para aturdirla y entonces saciar la necesidad biológica. De hecho, ese ser se dejaba guiar por el instinto reproductor. A pesar de milenios de evolución humana, el sentido de civilidad parece todavía no existir en las actitudes de muchos hombres que se dicen racionales. Imagine, estimado lector, que mientras lee este párrafo, en todo el mundo miles de niñas y mujeres sufren algún tipo de agresión —física, sexual, psicológica, económica— o son asesinadas.
En una resolución de su Asamblea General, en 1993, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) definió la violencia contra la mujer: “Todo acto de violencia de género que resulte, o pueda tener como resultado un daño físico, sexual o psicológico para la mujer, inclusive las amenazas de tales actos, la coacción o la privación arbitraria de libertad, tanto si se producen en la vida pública como en la privada”.
De acuerdo con estudios, gran parte de los crímenes contra el género femenino ocurre de forma sigilosa en el propio ambiente doméstico. A pesar de que tal tipo de coacción represente una práctica antigua, las leyes o actos legales que reglamentan el castigo a los autores de la agresión son relativamente nuevos en el código penal de muchos países.
Violencia a escala mundial
Las estadísticas mundiales muestran que la violencia contra niñas y mujeres continúa estando muy presente en la vida cotidiana. Hay más víctimas que en los conflictos armados. Es una realidad, junto a la desigualdad de género, en todas las culturas, en las relaciones de trabajo, en el contexto de guerras civiles y entre naciones, en las relaciones afectivas; no respeta fronteras. El tráfico de seres humanos, en especial la explotación sexual y el tráfico de mujeres, adquiere contornos dramáticos, convirtiéndose en uno de los negocios ilícitos más lucrativos al lado de la venta de armas y drogas.
La violencia es la principal preocupación de los ciudadanos de América Latina y el Caribe, de acuerdo con el informe “Estado de las Ciudades de América Latina y el Caribe”, publicado en agosto de 2012 por el Programa de las Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-Hábitat). La región registra las tasas de homicidios más altas del mundo, superando el número de 20 casos por cada 100 mil habitantes, mientras el promedio global es de 7 por cada 100 mil. Según el documento, el crimen organizado y la violencia doméstica contra las mujeres responden por una gran parte de esos índices.
En Europa, una entre cuatro mujeres fue agredida en el hogar por lo menos una vez en la vida. En Francia, desde el 2009, la delincuencia ha disminuido y, en el mismo período, aumentó el número de casos de violencia contra el sexo femenino. En el país, una mujer muere cada dos días víctima de violencia en conflicto conyugal.
En los Estados Unidos, una mujer es agredida cada 15 segundos, constata el FBI, policía federal norteamericana. De acuerdo con el informe nacional de estadísticas criminales, denominado Uniform Crime Reports, menos de la mitad de los incidentes se denuncia a la policía y un tercio de los feminicidios tienen como autores compañeros íntimos.
También en los EUA, una investigación muestra que los niños habituados a un ambiente de violencia por parte del padre tienen diez veces más probabilidad de convertirse en abusadores en la vida adulta (Family violence: Interventions for the justice system, 1993 — Violencia familiar: Intervenciones para el sistema de justicia, en traducción libre).
Violencia sexual
Después de la agresión en el hogar, el abuso sexual es la segunda forma de violencia más común contra niñas y mujeres. Cerca del 70% de los casos fueron cometidos por alguien que no es un extraño.
48% - Amigo o conocido de la víctima
17% - Compañero
8% - Otro pariente
(Fuente: National Crime Victimization Survey, Estados Unidos, 2010.)
Más allá de las consecuencias físicas y morales (de las que volveré a hablar más adelante), hay que destacar que la violencia doméstica cuesta caro a los cofres públicos. Para los americanos, los gastos superan los 5,8 mil millones de dólares por año: 4,1 mil millones de dólares en servicios médicos y cuidados de salud y casi 1,8 mil millones de dólares con la pérdida de productividad en el trabajo y en los fondos de pensión (Costs of Intimate Partner Violence Against Women in the United States, 2003 Report, publication of the Departament of Health and Human Services — Costos de la violencia practicada por el compañero íntimo contra las mujeres en los Estados Unidos, Informe de 2003, en traducción libre, publicación del Departamento de Salud y Servicios Humanos en los EUA).
En Canadá, el 34% de las mujeres que sufren maltratos y el 11% de las víctimas de asedio sexual afirman que no pueden trabajar al día siguiente de la agresión, lo que genera pérdidas de 7 millones de dólares canadienses por año (Greaves, 1995).
En 2008, un estudio del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos reveló que la lesión corporal no dolosa y el homicidio son las principales causas de muerte entre las personas del sexo femenino con edad entre 15 y 34 años. Estas informaciones son generales y no incluyen el motivo de la violencia contra la mujer, sin embargo, relacionándolas a los datos presentados por el FBI, se verifica que estos actos de hostilidad victimizan a más mujeres que el cáncer y las enfermedades del corazón.
Para la periodista suiza Mona Chollet, la violencia conyugal figura entre las principales causas de mortalidad femenina. “Ella degenera en muerte cuando un golpe más es fatal para la víctima, o cuando el hombre prefiere asesinarla en vez de verla escapar de su control, pues el periodo posterior a la decisión del rompimiento fue identificado, así como durante el embarazo, considerados como un de los dos momentos en que las compañeras de hombres violentos corren más peligro.” (Chollet, en el artículo “Machismo sin fronteras (de clases)”, en el periódico francés Le Monde Diplomatique, de mayo de 2005.)
Cultura y justicia social
La cultura mistifica la figura del hombre como el principal causante de anomalías sociales. Hannah Arendt (1906-1975), en el libro Du Mensonge à la Violence (De la mentira a la violencia: ensayos de política contemporánea), filósofa política alemana, pondera que “el poder nunca es propiedad de un individuo; pertenece a un grupo (...)”.
La filósofa profundiza el concepto de poder para distinguirlo de los de vigor, fuerza, violencia y autoridad, no obstante, transponiendo tal definición a la esfera de la agresión contra la mujer, podemos entender que en la acción violenta de un único individuo motivada por la idea de poder sobre el otro, él lo hace creyendo en un colectivo de representaciones impuestas como verdades que, lamentablemente, le dicen que tal es el estado natural de las cosas.
Desde el nacimiento, gran parte de los hombres comparten los mismos conceptos fijados por siglos y reproducidos diariamente. La mentalidad que alimenta la cultura machista resulta de un fuerte legado patriarcal, el mismo que enseña al hombre que no se llora, porque eso es señal de debilidad; que necesita practicar deportes de macho, para mostrar la virilidad y el potencial de la fuerza masculina; que no debe ayudar en las tareas domésticas, por tratarse de “cosa de mujer”, al final, él es el hombre de la casa, el proveedor. Estos y muchos otros conceptos refuerzan la idea de que, para vencer en el mundo, en una sociedad generosa en regalías y ventajas para el género masculino, incluida la cuestión salarial, el hombre necesita ser macho.
Mutilación genital de la mujer (MGF)
Esa práctica, totalmente rechazada en Occidente, perdura en algunos países de África, del Oriente Medio y de Asia. Consiste en la extracción del clítoris y, en muchos casos, en la costura de los labios vaginales, en un proceso llamado de infibulación.
Cerca de 125 millones de niñas y mujeres, hoy vivas, fueron sometidas a esa forma de mutilación, según la ONU.
Es un caso de “perpetuación” de la cultura, concepto destacado por el sociólogo francés Pierre Bourdieu (1930-2002) en el libro La Dominación Masculina que, en otras palabras, resalta aspectos de la historia que parecen eternos. Según él, el trabajo de “perpetuación” se da por medio de instituciones interconectadas, incumbidas de realizarlo, tales como la familia, la religión, el Estado, la escuela, el deporte, los medios de comunicación. Por lo tanto, si son las instituciones interconectadas las que generan el efecto de perpetuar estos conceptos, son éstos los que deben ser repensados, en el contexto educativo y de formación de niños y niñas.
El Director Presidente de la Legión de la Buena Voluntad, el periodista, hombre de radio y escritor brasileño Paiva Netto, en un documento enviado a la ONU en varios idiomas, en ocasión de la 53ª sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer, en marzo del 2009, escribe: “Reafirmo que la estabilidad del mundo comienza en el corazón del niño. Por esto, en la LBV, hace muchos años, aplicamos la Pedagogía del Afecto y la Pedagogía del Ciudadano Ecuménico. (...) El afecto que inspira nuestra línea pedagógica, tomado en su sentido más alto, es, además de un sentimiento del Alma elevado, una estrategia política, igualmente comprendida en su índole más sublime, en consonancia con la Justicia Social, como una estrategia de supervivencia para el individuo, pueblos y naciones”.
Para el dirigente de la LBV, los niños deben ser tratados con todo cariño y respeto, pues al final, serán los futuros líderes políticos, científicos y ciudadanos responsables por la transformación de la historia y por la perpetuación de conceptos de justicia social. “El concepto de Justicia aliado a la Bondad, nunca con el mal. La cuestión es no transformarnos en cómplices de lo que está equivocado, sino incorporar al Alma esa elevada alianza con el sentimiento de benevolencia que nace del corazón humano, creado por un Dios que, en la definición de Jesús por intermedio de San Juan Evangelista, es Amor” (Paiva Netto, en Jesús, el Profeta Divino, 2011).
Y continúa el escritor, esta vez en su obra ¡Es Urgente Reeducar!: “Educación, tema siempre en pauta. Urge que sea difundido y encarado, por todos nosotros, como la senda segura que acorta la distancia social entre las clases. Es también un eficiente antídoto contra la violencia, la criminalidad, las enfermedades y todo lo demás que anula el crecimiento saludable de un pueblo”.
Es importante observar, según destaca Paiva Netto, que está en la Educación (en el papel de formar “Cerebro y Corazón”) el poder de acortar las distancias. Si éstas existen es porque no hubo cohesión entre las partes, es decir, se crearon espacios llenos de anomalías que generaron disturbios sociales como la violencia, multiplicada en todos los grados y en todos los sectores de la sociedad, y la impunidad. Si tales espacios no son llenados con los valores de la “Verdad, Misericordia, Moral, Ética, Honestidad, Amor Fraterno —constantes en la matemática que armoniza la ecuación de la existencia humana, mental, moral y espiritual (...)—, es difícil que alcancemos la Sociedad realmente Solidaria”, afirma el autor de ¡Es Urgente Reeducar!.
Esperanza
Leí cierta vez esta frase: “Dios siempre sonríe cuando nace un niño”. Creo que ese pensamiento muestra un importante mensaje de confianza en el futuro. Es la Esperanza que Jesús nos dejó en Su Evangelio según San Juan, 10:16: “También tengo otras ovejas, que no son de este redil; a mí me conviene conducirlas; ellas oirán mi voz; entonces habrá un solo Rebaño y un solo Pastor”. El Sublime Educador nos legó mensajes vigorosos e inspiradores, una constante invitación a la reflexión y a la práctica del Bien, como en ese versículo. Podemos interpretar que el Divino Maestro no desea que perdamos nuestra identidad, sino que todos alcancemos la voz del entendimiento, la voz de la unión, la voz de la fraternidad, guiada por un solo pastor, el Amor.
Si las paredes hablaran, darían testimonio del inmenso sufrimiento causado por la violencia doméstica. Aun así, el dolor, como la raíz de una flor, rompe la tierra en busca del sol, creando bellas formas con colores y perfumadas. Las flores, aquí, representan el esfuerzo incesante de organizaciones de la sociedad civil, gobiernos, esfera jurídica, medios de comunicación, profesionales de la salud, investigadores, científicos, profesores, activistas sociales y, principalmente, ciudadanos. Día a día, todos esos sectores y la iniciativa individual contribuyen para tornar las estadísticas de la violencia en algo del pasado, porque creen en el ser humano y en su transformación. “Lo que esculpe nuestra Alma son las acciones que practicamos. Somos aquello que pensamos y hacemos”, dice Paiva Netto.