Entre las prioridades de la agenda mundial
Para la Directora Ejecutiva de la ONU Mujeres, estamos en el momento de dar pasos audaces hacia la igualdad de género.
de la Redacción
09/03/2015 | Lunes | 10:27 horas | Actualizado el 22/09 a las 16:17 horas
Desde que asumió la dirección ejecutiva de la ONU Mujeres, hace casi dos años, Phumzile Mlambo-Ngcuka ha conducido la entidad con toda su experiencia en materia de derechos femeninos, fuerte liderazgo estratégico y práctica administrativa.
En mayo de 2014, durante el lanzamiento de la campaña internacional Beijing+20 —cuyo lema es “Empoderando a las mujeres. Empoderando a la humanidad: ¡Imagínalo!”— Phumzile resaltó que los pueblos viven un momento sin precedente en la historia, en el que se ha hecho un esfuerzo colectivo por alcanzar los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) propuestos hasta el 2015, y también para definir el próximo conjunto de metas mundiales: los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Por esto, enfatizó: “Tenemos que aprovechar esta oportunidad única en esta generación para colocar la igualdad de género, los derechos y el empoderamiento de las mujeres entre las prioridades de la agenda mundial”.
En su currículum, Phumzile demuestra el importante papel que ha desempeñado en la política de Sudáfrica, su país natal, donde fue la primera mujer en ocupar el puesto de Vicepresidente, entre el 2005 y el 2008. Además, llegó a ser miembro del Parlamento en 1994 y presidió el Comité de Servicios Públicos. También fue Viceministra en el Departamento de Comercio e Industria (1996-1999), Ministra de Minerales y Energía (1999-2005) y Ministra interina de Artes, Cultura, Ciencia y Tecnología (2004). En 2008, creó la Fundación Umlambo, para prestar apoyo a las escuelas de áreas desfavorecidas en Sudáfrica, proporcionándoles orientación y entrenamiento a profesores, y en la República de Malaui, ayudando a lograr mejoras en los establecimientos de enseñanza, por medio del apoyo de alianzas locales.
En una entrevista exclusiva a la revista BUENA VOLUNTAD, la Directora Ejecutiva se refirió, entre otros asuntos, al 20º aniversario de la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer —realizada en 1995, en Beijing, China—, que se celebrará en la 59a Sesión de la Comisión de la Condición Jurídica y Social de la Mujer (CSW), entre el 9 y el 20 de marzo de este año, en la sede de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York, Estados Unidos. De acuerdo con ella, este es el momento ideal para caminar audazmente rumbo a la igualdad de género y al empoderamiento femenino, acortando así el plazo para la consolidación de la Plataforma de Acción de Beijing, con el fin de que mujeres y niñas tengan realmente derechos iguales a los del género masculino, libertad y plenas oportunidades en todos los sectores de la vida.
BUENA VOLUNTAD — Desde la Cuarta Conferencia Mundial sobre la Mujer, ¿cuáles fueron los principales avances en la lucha por la igualdad?
Mlambo-Ngcuka — Hemos dado pasos importantes en los últimos veinte años. Existe una mayor concientización sobre la necesidad de que las mujeres estén en condiciones de igualdad en todas las esferas de participación política y socioeconómica. Se adoptaron nuevas leyes y políticas para promover la igualdad de género, en todos los ámbitos de las actividades públicas y privadas. Se han logrado avances significativos en la agenda mundial de políticas, en lo que atañe a involucrar globalmente a las mujeres en las iniciativas de paz y seguridad. Estamos cerca de alcanzar la paridad de género en la enseñanza básica, y en la mayoría de las regiones actualmente hay más mujeres matriculadas en universidades que hombres. A pesar de esas conquistas, (...) una de cada tres mujeres es víctima de violencia sexual o ya sufrió maltratos por parte del compañero. Las mujeres continúan cargando el fardo del trabajo doméstico no remunerado y permanecen poco representadas en la toma de decisiones, tanto en la esfera pública como en el sector privado. Las mujeres aún reciben de un 10 a un 30 por ciento menos de remuneración que los hombres, están concentradas en trabajos vulnerables e informales, y solamente uno de cada cinco parlamentarios es mujer.
BV — ¿Cuál es la mayor preocupación de la agenda de la ONU Mujeres para el desarrollo post-2015?
Mlambo-Ngcuka — A pesar de que los Objetivos de Desarrollo del Milenio impulsaron progresos significativos a escala global, atrayendo la atención mundial, los resultados desiguales obtenidos no llegaron muy lejos en la resolución de cuestiones estructurales importantes. Por ejemplo, el ODM sobre la igualdad de género y la emancipación de la mujer no trató cuestiones como el derecho de la mujer a tener propiedades, la división desigual de las responsabilidades de cuidar a la familia y del trabajo doméstico, la salud y los derechos sexuales y reproductivos de la mujer, la violencia contra niñas y mujeres, y la baja participación femenina en la toma de decisiones en todos los niveles. El Foro Económico Mundial estima que, de acuerdo al actual ritmo de progreso, la igualdad de género, en términos de oportunidad y participación económica, solo se convertirá en realidad de aquí a ochenta y un años. No podemos esperar tanto. Los gobiernos necesitan lidiar de manera abarcadora con esas cuestiones estructurales, para que la igualdad de género pueda concretarse hasta el 2030. La ONU Mujeres, por lo tanto, impulsa el objetivo, independientemente de la agenda de desarrollo post-2015, que plantea alcanzar la igualdad de género e integrarla a todas las otras áreas y objetivos prioritarios, con metas e indicadores bien definidos.
BV — Realizando un análisis de los 20 años de la Plataforma de Acción de Beijing y de los 15 años de la Cumbre del Milenio, ¿qué necesita ser diferente para que los países alcancen la paridad de género?
Mlambo-Ngcuka — Tenemos una enorme laguna que llenar si queremos alcanzar el objetivo de vivir en un mundo sin desigualdad de género. Aún persisten normas sociales discriminatorias muy arraigadas, así como estereotipos y prácticas que impiden ese progreso. En algunas de las regiones del mundo, tenemos que trabajar aún más arduamente con el objetivo de apoyar la creación de espacios seguros para que las niñas vayan a la escuela y asuman papeles profesionales, y para que las mujeres se postulen a cargos políticos sin miedo de violencia y/o intimidación. (...) Todas las áreas del gobierno deben responsabilizarse y rendir cuentas de la implementación de las medidas para la igualdad de género: desde los pueblos a las ciudades, desde el suelo de la fábrica a los pasillos del poder. Las leyes existentes deben cumplirse, y en los casos en los que no haya leyes, éstas deben crearse. Los 128 países que tienen por lo menos una diferencia legal entre mujeres y hombres deben rever sus leyes. Tenemos que redefinir, lo que llamamos progreso, y elevar nuestras expectativas para dar saltos audaces, y no pequeños pasos progresivos. En septiembre, vamos a pedirle a cada Jefe de Estado que se comprometa con un plan de acción, una hoja de ruta para un futuro mejor en lo que atañe a las mujeres, que indique cómo estarán disponibles los recursos para los nuevos compromisos.
BV — ¿Cuál es el papel de América del Sur en este contexto?
Mlambo-Ngcuka — La región de América Latina y el Caribe es inspiradora en muchos aspectos. Hay notables mujeres que son Jefas de Estado y Presidentes; por ejemplo, en Argentina, en Brasil y en Chile. Este último tiene como presidente a Michelle Bachelet, mi antecesora en la ONU Mujeres. La región tiene los más altos niveles de representación femenina en el Parlamento, con un 26 por ciento. También fue la primera región en aprobar un documento obligatorio para prevenir, castigar y erradicar la violencia contra niñas y mujeres: la Convención de Belém do Pará, en 1994. Esa poderosa convención sirvió de base para el documento de la Convención del Consejo de Europa para Prevenir y Combatir la Violencia contra las Mujeres y la Violencia Doméstica, [más conocida como] la Convención de Estambul, que entró en vigor el año pasado. América Latina y el Caribe dieron pasos significativos rumbo a la indemnización de víctimas de violencia sexual en conflictos, así como a la paz y a la seguridad. En Colombia, por ejemplo, la sociedad civil, apoyada por la ONU Mujeres, logró defender con éxito, un análisis de géneros más firme y una mayor representación femenina en las conversaciones de paz entre el gobierno y las FARC [Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia].
BV — La LBV considera la necesidad de que las cuestiones de género sean reforzadas en los currículos escolares. En su opinión, ¿cuál sería la mejor estrategia para promover prácticas educativas más sensibles a esa cuestión?
Mlambo-Ngcuka — Felicito a la Legión de la Buena Voluntad por el énfasis que pone en el fortalecimiento de la sensibilidad de género en las prácticas educativas. Como ustedes, yo creo firmemente que las perspectivas de género deben reforzarse en la educación (...). ¿Cómo hacer esto de modo que produzca un impacto amplio y sostenible? Fortalecer la sensibilidad de género en la educación no quiere decir añadir un componente de género a procesos y estrategias que son inherentemente tendenciosos en ese sentido. Por ejemplo, no es suficiente aumentar el número de profesoras, si no se implementan iniciativas para transformar la manera en la que enseñan y para revisar el currículo, con el fin de que se ofrezcan oportunidades de aprendizaje iguales para ambos sexos. De igual manera, aumentar la matrícula de niñas en cursos que continúan dirigidos a los intereses de los niños es algo que no llevará a los resultados anhelados. Debemos revisar nuestros currículos y métodos de enseñanza, ofrecer instalaciones escolares que atiendan las necesidades de niñas y niños, y garantizar la seguridad y la protección de las niñas en la educación. También necesitamos encontrar maneras de enseñar ciencia, tecnología, ingeniería y matemática (áreas conocidas como STEM, siglas en inglés) que sean adecuadas a ellas, de modo que al salir de la facultad, estén preparadas para competir en un mercado [de trabajo] cada vez más dirigido a empleos en ciencia y tecnología. Esto es fundamental si queremos mantener el interés de niñas y mujeres en la educación, con el objetivo de que permanezcan matriculadas por mayor tiempo y se formen con habilidades relevantes.